En mi barro


En el barro me crié,
mis pies eran de papel.
Las palabras, lecciones de miedo.
Los silencios, zumbidos del ruido.

Aguijones que se clavan
en la vieja herida de ayer,
Ojos sin limbo, mujer callada.
Caja de música que, macabra, gira y no suena.

Resaca de aquello, no cesas...
Fuiste, eres y serás.
Difícil "punto y aparte" huidizo.
Arraigada mi verdad.

UN AMOR DE ABRIL


Eras mío, encajonado en mis estanterías,
Primer caminante de mis galerías.
Conquistador primero de mi andorga,
Prodigio hecho piel de la mía.

Obra de mis andares y poses,
Resultado de mi nombre en otras voces,
Amazonas vivo de mi linfa,
Siendo donde te reconoces.

Estás y no estás, pero te tengo
Clavadito en cada amanecer y,
Cada vez que mis párpados arrían,
Vuelves conmigo a estar. Vuelves a ser.

Huir de tu ausencia con la mía


De limpieza embadurnaré mi cara, de orgullo, de distancia, ni un piar…
Altanera y esquiva cruzaré la acera, antes que tu indiferencia me haga llorar.

Y subiré sofocada a cualquier torreta, lejos del asfalto, enfrentada al mar.
Y tragaré mis palabras de pinchos y clavos antes que pedirte que vuelvas más.
Encontrar el compañero ideal es un concepto aniquilador. En palabras de Badiou: “En todas partes se afirma que las cosas se hacen para su bienestar y su seguridad, desde los agujeros en las aceras hasta los controles policiales. En el fondo ahí tenemos a dos enemigos del amor: la fiabilidad del contrato asegurador y el disfrute de las satisfacciones limitadas”

TORERA

Apoyada en el hombro del otro soy más torera, más pequeñita, más limpia y menos yo. ¿Qué es la valentía? ¿Heroicidad? A mí, me temo, me faltan agallas para caminar por el orbe sin las zapatillas del miedo; no sé sacar de mi mochila esa sensación de alerta y, hasta en las fiestas, cavilo y me zumban los oídos por mis desvelos.

El miedo es correligionario mío y, casi siempre, le dispongo mi hombro para que allí esté. No necesito nombrarme caudillo de arresto, pero sí me preciso testificar mi alarma, tanto como inhalar oxígeno.
Escupir:

Intr. Arrojar saliva por la boca.
Tr: Arrojar con la boca algo como escupiendo.

Despedir o arrojar con violencia una cosa.
Rechazar, no aceptar un cuerpo o un asustancia.
Confesar, decir lo que uno "sabe"

Escupes, oras... Despides y arrojas con violencia. Ensucias y enturbias, pero esa confesión, ésa, tu verdad, la que vistes de gala y elevas a la categoría de realidad absoluta. Pura, compacta, llena de sí. Ella no es.

Tu verdad es tuya, propia y respetable. Parte de ti, hecha cuerpo. Interiorizada y capitana de todo este barco. Jefa y tutora

de mi realidad, de mí. De "tu mí".

Pero tu verdad apenas es un reflejo en un cristal empañado de lo cierto, de lo real, de lo que existe. Más tus palabras hacen, construyen, preñan, trazan y llegan a ser.

Pero no. No es.

Pero y, apesar de..., sin dudas, sin titubeos, TÚ despides y arrojas con violencia, rechazas y no aceptas, y dices, creyendo saber...

Recuerdo en sepia

De olvidados pasos queda este recuerdo.

Desarropado invierno que se lleva el aire.

Verano inicial que ganaba el tiempo.

Presente, ahora, que ya no es de nadie.


La luz del verano abría las puertas,

El marrón del otoño juntaba las manos,

El frío del invierno nos torció la mueca,

Hoy la primavera aleja los pasos.


Principio que hiciste batir nuestras alas,

Anteayer que supiste mantener el vuelo,

Ayer que afinaste nuestras miradas,

Hoy, que enmudeces nuestros "te quiero".