Las Maripepis


Hoy la jornada laboral me permite abrir este documento de word y estallar. Los mareos y nauseas me vienen acompañando desde hace unas doscientas quince horas, momento en el cual se me indisgestó el mundo.

Recuerdo los juegos de recortables que usaba siendo niña, esas rechonchas muñecas de cartón que, mediante pestañas, podían ser equipadas con todo tipo de vestidos y complementos: el pijama, el atuendo de playa, el uniforme escolar... y que, por alguna extraña razón, jamás parecieran vestidas del todo. Se distinguían como realidades ajenas, por un lado la siluetilla de cartón, por el otro, cualquier tipo de avalorio superpuesto. Nunca parecieran fundirse y ser un todo. Por explicarme mejor, cuando yo vestía a mis recortables con esa ortopédica moda, ¡seguía pareciéndome que estaban desnudas!, aunque las colocara un bolso en cada mano.

En aquellas lentas tardes nunca resolví el enigma. En esta frenética mañana, tampoco.

Hoy sé que me siento igual que cualquiera de esos rígidos muñequitos, la adaptación a la realidad, o bien, ese vestido imprescindible que toca cada día y que, oportunamente selecciono, casi siempre me hace sentir desnuda. Me siento igual de perpleja que con seis años: ajena a lo que se me coloca a través de esa pestaña -herramienta que existe para hacer encajar realidad y sujeto- y sigo sin saber si es que los vestiditos están mal confeccionados o si el maniquí -es decir, la que viste y calza- viene de serie con una deformidad.

Hoy me siento como una "Mari Pepi" resignada, muy, muy resignada y tan sólo tengo deseos de andar desnuda, de liberarme de todo eso que me cuelgan y que yo no necesito.

Por favor, dejen a las Maripepis desnudas o, al menos, a aquellas a las que nuestra falda no ondea al viento ni creemos que se necesario.

Realismo Mágico

Todos hemos escuchado hablar de la corriente literaria “Realismo mágico”, cada vez que ha caído en nuestras manos libros como “Cien Años de Soledad” del maestro Gabriel García Márquez. Pero ¿qué es el “Realismo Mágico”?

Como término, fue acuñado en la tercera década del siglo XX y empleado por primera vez por Franz Roh -crítico francés- para referirse a una escuela de pintura. Por tanto, lejos de ser un término originariamente literario, se usó por el mencionado crítico para describir a un grupo de pintores post-expresionistas siendo absorbido, posteriormente, en el campo de las artes plásticas y sustituido por el término “nueva subjetividad”, pero fue tomado por la literatura para enmarcar una tendencia hispanoamericana en 1970.

El realismo mágico se puede definir como un modelo estilista que describe lo común, lo cotidiano como algo que se muestra irreal o extraño. El creador se recrea en aspectos del día a día y trata de extraer y desenmarañar lo peculiar que existe en lo común y en las acciones humanas. No se trata de elevar al rango de realidad la magia, sino de dibujar la realidad como un ente mágico. Es un arte, el arte de sugerir lo sobrenatural siendo fiel a la naturaleza, trastocando para ello, la percepción de las cosas, los personajes y su “haceres”. Ningún personaje “realista mágico” lo vamos a encontrar en menesteres como el extrañamiento o desconcierto frente a los acontecimientos mágicos en los que se ven envueltos. Es una alteración fabulosa de la realidad desprovista de sorpresa o sobrecogimiento ante lo sobrenatural que acontece.

La corriente literaria está empapada de la cultura latinoamericana, a partir de la interpretación de los europeos acerca del fenómeno de la colonización. Descripción de relatos sorprendentes acerca de las cosas mágicas que los exploradores encontraban en sus viajes.

La primera manifestación del realismo mágico en un cuento aparece en 1920 con “El Hombre muerto” de Horacio Quiroga y culminará la tendencia, varios años después, a través de Borges y con “Cien Años de Soledad” de Gabriel García Márquez.

Este fenómeno es capaz de superar la imaginación del lector, pero sin desprenderlo de esas tradiciones que heredó de sus antepasados o aprendió de la vida misma.

Muchos escritores son considerados como pertenecientes a esta corriente literaria: Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Salmán Rushdie, Lisa St Aubin de Terán, Louis de Berniéres, Gunter Grass, Laura Esquivel, Mario Vargas Llosas...

Los rasgos de nuestros protagonistas, dentro de su realidad, pueden ser: clarividencia, levitación, vidas largas al estilo bíblico, milagros, enfermedades mitad imaginarias que son exageradas hiperbólicamente…

Hubo algunas causas que podríamos considerar condujeron a la irrupción del realismo mágico podrían ser: la crisis de la religión; crisis del postmodernismo: el postmodernismo había agotado su manantial y ya no podía inventar estructuras nuevas porque sus frases carecían de lo mágico; el aumento paradójico de la alineación y la soledad en el medio de un mundo más y más aglomerado tenía que ser resaltado en literatura frente a la frialdad del postmodernismo.

El realismo mágico apareció paralelamente con la cultura Beat y ambas corrientes descubrieron, por rutas y raíces distintas, la felicidad de las cosas simples.


El realismo mágico es una crónica dentro de la cual se suceden los más fantásticos detalles y milagros hechos por personajes con dones y poderes estrafalarios -que son descritos por sus hazañas- todo en una épica acelerada, llena de cosas grotescas, metáforas, hipérbole y lenguaje poético.