Remake...

Como si viera una vieja película en blanco y negro, ahora coloreada, así me registro. Todo lo que yo maldije, el espanto que desorbitaba mis ojos, la incoherencia y la falta de fortaleza a la que desheredé y humillé en el suelo. Todos esos elementos, malditos y expulsados de mis cercas, habitan ahora mis caderas.
Laceran como una espeluznante carcajada en mitad de la noche; me miran con ojos saltarines y me hacen tragarme todas mis palabras, todos mis reproches, toda mi clarividencia.

Herencia, te destesto. Pataleo contra tu cárcel de máxima certeza que no me permite declinarte. Y las patadas no son más que otra escena de esta representación que el ciclo garabateo para mí.

Nunca habrá más culpables, habiéndolos. Nunca nadie recriminable, siéndolo. Todo aceptable, sin serlo. Porque ahora soy yo la no capaz. La vergonzante no avergonzada