Miedo a que las jornadas, por mimetismo con la víspera, nos alejen.
Miedo que tu voz, por tan atendida, me suene a ruido.
Miedo a que las caricias se transmuten en tareas.
Miedo a que no sea la sorpresa, miedo al hastío,
a la disciplina, a que yo me aburra contigo y tú lo hagas a mi lado.

Miedos, que acecháis y os sospecho, quitarme toda la razón.