Cosas mías.

No me abrumes con tu lloriqueo, le digo.

Vuelve al dobladillo de mi falda.

Nadie lo entendería,

Nadie vería que realmente eres grande

Porque se te ve tan flaco…

Tú eres mi secreto (y verdad) y yo me ocupo

De ponerte con alfilerillos al borde de mi enagua.

No reniego de ti, eres mi esencia.

Pero imagínate, si yo no te descifro,

Que pueden hacer ellos, pobres.

Desconocen tus pucheros porque giro los labios

Y tus letanías porque son a la noche

Y tus desapegos porque

No tienen noticias de mi condición de exiliada.

Pero quiero que sepas, cosa mía,

Que nadie, en realidad, me ofrece lo que tú eres.

Ni me angustia con esa rabia tuya/mía.

Quiero que sepas, ojera de mis ojos,

Que ellos no lo entenderían.