Tergiversar a la población
con infame jerga,
asignando fuliginosas
aleatorias variables.
Trazar una probabilidad
saturada de indecibles
doctrinas ponzoñosas.

Cargar de inferencia
aquellos datos
y elegir a dedo,
sin justicia,
alguna víctima,
obligándola sin más
a convertirse
en la necesitada muestra.

Embriagarla y corearla
“eres parámetro“.
Darle la vuelta,
invirtiendo
en esa empresa,
de cuantificar su yo
Y analizar
cualitativamente
su existencia.

Maniobrar resultados
con la técnica
de repetir como un mantra
aquella hipótesis.
Y después
extrapolar el enredo,
creando axioma,
para poder ocultar
tanta vergüenza.