Guirlache





Los ojos del gato
se han metido en mi vientre.
Y brillan en la oscuridad,
iluminando mi hambre.
Así, acierto a reconocerme
como mujer hambrienta pero juiciosa.
Pido para que sus aullidos
sigan despertándome a la noche,
para que no me acostumbre a la falta.
Y así, todos los días, de un salto,
encaramarme de nuevo en el clamor,
rota pero consciente.
 
 
 
 
 
 

Uhuru


En Burundi y en España las niñas se hacen igual las trenzas. María enrosca su pelo liso despacio y observa sonriente a Chioma, mientras esta va trenzando sus rizos rápidamente.

María es turista y Chioma la mayor de seis hermanos; una hace fotos, otra asea a cinco pequeñuelos que retozan libres y alegres.

Oscurece  y los colores se ocultan y un Zorzal Manchado aparece con su pico apresado por el plástico de algún excursionista. María chilla; Chioma grita en swahili. María le libera y Chioma se emociona.

Chioma escribe en la tierra con una ramitauhuru’ y María, ‘libertad’.

El entusiasmo, me dijo. He perdido el entusiasmo y sé que se me cayó un día cuando trataban de arrebatarme un sueño.  No puede andar muy lejos,  comentaba mientras miraba al suelo; abría y cerraba su bolso y se secaba el sudor de la frente.

“Mujer, ¿estás segura?”, le pregunté intentando recuperar su calma.

Y, torciendo el gesto, se quejaba: ¿Qué insinúas? ¿Acaso crees que es posible tener dudas acerca de ello? Y continuó: además es que le oí caer con un sonido sordo y contundente y, desde entonces, ando como flotando, nada merece realmente la pena. Debe andar por aquí, maldita sea, dónde se me habrá caído.

Ahora cuentan que camina por la vida con una única idea, encontrarlo. Lo busca en la calle de los amores , en el paseo de las letras, y en el parque del deseo.

Saltimbanquis de tu boca.


Toda la distancia,

Así, cogidos de la mano.

Las horquillas escurriendo de mi pelo

Cayendo sordas sobre tu regazo

Como prueba innegable de mi inercia.

 

También era jueves y observaba

salir saltimbanquis de tu boca.

Y de tu sien a la mía,

Un trapecio,

Burlón que se balanceaba.

 

 

C

  A

     E

       N

          Sin red, gráciles palabras

           Que yo recojo y guardo en mi bolsillo.

 

Baja el telón.

Tres trompetas

Anuncian el fin de este circo.