Partos necesarios

Uno masculló “que comience al baile”
y fui madrina del carrusel.
Estar aquí
y allí
y el acoplarse
era el vino de los acordes.
Por eso me callé cuando reconocí imprecisión
y me daban de mamar con palabras afónicas.
Mientras fui lazarillo sin ciego
o Gulliver sin enanos.
Por eso sonreí cuando maldita la gracia,
por eso asentí no estando de acuerdo
y miré en mis bolsillos,
llenitos de paja.

Un día , para mí,
quise desnudarme
de mi estupidez,
Pero no hubo forma.

Y
Grité.
O mascullé -no recuerdo-
“que acabe el carnaval”
y me hice titán de mi barrio.
Evidencié las dudas
y exigí vocablos preñados.

Luego
fui bastón de los tuertos
y me entendí de relativa estatura.

Hoy
sonrío de medio lado
y cultivo los nones en cualquier plaza.