A F. R. V y a L. T. D
(A vosotros, que me disteis la vida.)
Amadísimos padres:
Hoy ya no se escriben cartas y aún menos cartas de amor. Pero
sí, esta es una carta de amor; con todos los ingredientes que el amor conlleva:
gratitud, admiración, empatía, devoción, confianza.
La vida va proveyendo de sabiduría y clarividencia; por eso,
cada año que cumplo, cada fracaso que sufro, cada batalla que gano, me acerca
aún más a vosotros. Si alguna vez os reproché algo o erróneamente me atreví a
juzgaros, sólo puedo pedir humildemente disculpas y daros eternamente las
gracias; ojalá me acompañéis el máximo tramo de mi camino para guiarme,
corregirme, enmendarme, increparme, enseñarme y hablarme así como lo hacéis,
llenos de amor, cuando yo pierdo la calma.
Para quererme. Para
querernos.
Sois valientes, luchadores, abnegados, protectores. Siempre
habéis dado todo por mí, si alguna vez se me vino abajo la vida. Vuestra
presencia en mi vida es el calmo y bello
beso de buenas noches.
Amadísimos padres,
Os quiere
vuestra pequeña.
Cada día me doy más cuenta de lo importantes que sois para mí.
Paradójicamente, aunque sea una anciana, para vosotros seguiré siendo la niña que llega a casa llorando porque se ha caído. Y yo seguiré yendo a veros para que me sopléis las heridas y me digáis que ya pasó, que eso no es nada.
Paradójicamente, aunque sea una anciana, para vosotros seguiré siendo la niña que llega a casa llorando porque se ha caído. Y yo seguiré yendo a veros para que me sopléis las heridas y me digáis que ya pasó, que eso no es nada.
(23 junio, 2014)