Pero mi tristeza era tu tristeza,
la daga que me atravesó el costado
era la misma
que trepanó tu nuez.
Era la palabra tergiversada, el harapo
al retortero.
Tus dedos índice y corazón enredados
en un juramento.
Aquel puñal, tu palabra de honor.
Tu garantía.
Mi fe.

1 comentario:

  1. Mi fe eres tú, calandria, aunque no puedo saber a que tú te refieres. Muak!

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Se pide la voluntad.