¿?

La pregunta era amarilla con motas marrones,
un sarpullido de barro sobre un sol inmenso
que antes ardía sobre los niños,
una pregunta asustadiza en su decisión,
petulante pero acomplejada,
una pregunta suicida y temblorosa,
que ha venido a errar por definición.


La he hecho girar sobre las palmas de mis manos,
convirtiéndola en una bola firme y sucia
para después colocarla a la intemperie,
esperando la lluvia ácida, la bomba de Hiroshima,
al ahorcado en la plaza del pueblo.
Allí, anodina en su exposición,
se chascaba los dedos esperando la última misa.

Los perros han hecho pis sobre ella,
tres japoneses le han hecho alguna foto,
una banda callejera ha tocado el saxo,
y el contrabajo, y un acordeón
afincados en sus aledaños traseros.

Una bola absurda que no ha llegado a conocer el debate,
la lid, la disputa,
una simple esfera manoseada
para rodar de la duda a la desaparición.


 

1 comentario:

  1. Eres bella también en la queja, bella cuando tienes un jaleo en la frente, lo eres cuando te preguntas para hacerte daño.

    J.

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Se pide la voluntad.