Era poesía despertarme confusa a tu lado
y recorrer descalza los pasillos de tu casa
y sentarme a esperar que tus ojos izaran
y a que el sol, entonces, amaneciese.
También debe ser poesía
y lo es, a su modo,
esta forma de desacostumbrarme a lo tuyo,
de desabrocharme de tus brazos,
de negarle a mis piernas tus caderas.
O este ocupar con cualquier nadería
todo este espacio
y sonreír cercada y negando
el frío que me tiene reclusa
pero extrañamente amainada.