Era poesía despertarme confusa a tu lado
y recorrer descalza los pasillos de tu casa
y sentarme a esperar que tus ojos izaran
y a que el sol, entonces, amaneciese.

 También debe ser poesía
 y lo es, a su modo,
esta forma de desacostumbrarme a lo tuyo,
de desabrocharme de tus brazos,
de negarle a mis piernas tus caderas.

 O este ocupar con cualquier nadería
 todo este espacio
 y sonreír cercada y negando
 el frío que me tiene reclusa
pero extrañamente amainada.
Besos llueven de mi boca a la tuya
a cántaros de deseos, más inventados
que nuestros.
En el mar de tu saliva
nada mi cuerpo
y mi temor
en aquella tétrica idea de tu ausencia.