Algún día al abrir una puerta escucharás mi risa
Y querrás mudarte de casa.
O, tal vez yo, una noche
Cuando me vaya a dormir pueda oírte
Respirar
Y, entonces, me vuelva una insomne crónica.
Un verano desenterrarás mi caja de lamentos
Y te llegará mi brisa más que la brisa
Del mar que tienes enfrente.
Y esa misma tarde yo,
Mientras ordeno papeles
Tal vez
Encuentre tus faltas de ortografía
Y no pueda
Volver a firmar un poema.
En mi bolso pesa mucho
Una canción en arameo.
Es tuya
Y no deja de ser mía.
Y en tu frente hay un jardín
Seco y marchito
De mis verdes y no eres
capaz de
Sacarlo de ninguna de tus ventanas.
Porque hubo una vez que
Tú y yo
tuvimos un huerto
Y conseguimos
Que nunca más diera frutos.
Y así
Firmamos un contrato de por muerte
Que habita todas las esquinas.