El (la)
mar abruma;
es causa y se deja hacer.
Engendra
y alimenta en sus hechuras diferentes especies.
Está en
la poesía y, en ocasiones,
refiere
naufragios.
Pero está...
Está en
la tarde calmada
se vomita en olas,
cuando
no se hace uno con el ardor de un relámpago.
La mar
es la mujer.
Abate y
es abatida.
Dibuja
la contradicción,
siendo
la
estampa de una bella superficie
sin
dejar de ser la profundidad más rotunda.
El mar
es agua.
La mar
es agua.
Una
mujer es agua,
que
aprende a llorar un mar de lágrimas
o a
lamer los pies del que la mira.
Soy mar
que me mareo en mis aguas,
que
amanezco amainada o revuelta,
emponzoñada
de resacas que me baten
en
duelo con todos los peces
que
nadan en mis entrañas.
Soy la
mar cuando, al caer la tarde,
mi cara
impasible acomete la melancolía
y se
enfada con la naturaleza perenne
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Se pide la voluntad.