Ni Odiseo, ni Penélope, ni Anticlea.


"Fácil le es a una deidad, cuando quiere salvar a un hombre desde lejos."
 

"Preferiría ser labrador y servir a otro, o un hombre indigente que tuviera poco caudal para mantenerse, a reinar sobre todos los muertos."
 

Próxima está la onomástica de entonces, de mi retorno a tus brazos, mi deseo aquel de seguir luchando en el mar revuelto de aquella historia, esperando llegar algún día a tierra firme. Pero sucedió el naufragio.

Nunca alcanzaste a comprender lo que significaba mi regreso, era algo inexplicablemente elevado. Mi amor por ti era inmenso. Me proveí de frutos, los 'a pesar de', 'de todos modos', 'incluso así'... para poder llevar a cabo aquel regreso porque, al fin y al cabo, lo que importa es el amor y el que diga que no es suficiente no sabe de lo que habla. Amor es lo único que sirve para que sirva el amor, y amor vinci omnia. Excepto el mío que corrió inusitada suerte.

 Y así sucedió que, como una niña, volví a ti, a tus brazos, a tu casa, a tu frente, a tu vida. O tal vez no, tal vez nunca admitiste -ni ante ti mismo ni ante nadie- que yo había vuelto a ti, a tus brazos, a tu casa, a tu frente, a tu vida.

No sé qué pasó. Habíamos hablado, nos habíamos dicho, nos habíamos prometido. O quizás sí sepa que lo que pasó es que yo sí hablaba en serio.

 Naufragué. Quizás desde el mismo segundo día del undécimo mes, o tal vez días después. El mar me devoraba, me volteaba, me helaba de frío. Así me mantuve en un estado parecido a la vida hasta el último día del año, que algo terrible me golpeó el pecho. Me desvanecí.

No sé cuántos meses tardé en despertarme, a veces cobraba conciencia a intervalos, abría los ojos y lloraba; el dolor volvía a sumergirme en la oscuridad.
Se sucedían los días y, al final, no pude seguir inconsciente, aunque bien que lo intenté. Quisiera o no, yo iba a ser una superviviente. Eso no se elige.

Frente a mí la más desoladora soledad, la Nada, la isla más cruel en la que puede despertarse un náufrago.
 Aún no he encontrado la salida de este lugar inmenso y paradójicamente agobiante, pero no dejo de luchar.

 Antiguo amor, ¿de verdad piensas que yo podía o quería navegar en otras aguas? Cuando te asalten los piratas, descubrirás de qué piel estamos hechos los náufragos.

1 comentario:

Se pide la voluntad.