Nazareno.

Arrastra los pies y se encorva

como un Nazareno.

Amoratado y con culpa, arrastra

innecesarias heridas,

como un Nazareno.

Lleva baja la frente y se pierde

los alrededores verdes,

las flores y las campiñas,

por ser Nazareno.

A pesar de su postura no ha podido

evitar el bronce de su nuca,

lleva arena en las pestañas

y sal en sus dedos.

La vida sigue soplándote,

mi Nazareno.

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Se pide la voluntad.