Cuando abrazo mis lunares no soy más
Tierra de nadie; me cerco y reconquisto.
Sólo mía.
Ecos de tu lengua que me obliga
A ser emigrante de mi sentir,
A naufragar destrozando la madera
Que me hacía navegar por el asfalto
Que es sólo asfalto cuando alguien,
Siempre tú,
Toca mi hombro y me lo advierte.
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Se pide la voluntad.