Te miraba tímida pero te citaba

de pie y más soberbia que  nunca

 te rogaba de rodillas.

Te di la espalda

te confundí hablándote en plata

te

tarareaba no me seas tan niño

tan

 imberbe en ese pozo de tu miedo.

Pero tú

 no te lo aprendes

y yo

 no te lo digo.

 

Hoy he paseado la calle de tu árbol

y me he sentado a fumar en aquella escalera

he leído un poema

se me ha caído tu nombre

he mirado al sol y luego

me he hecho pequeñita

bajando la cuesta.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se pide la voluntad.