"Cuelgo un cuadro en la pared. Enseguida me olvido de que allí hay una pared."


Llevo tanto tiempo aquí esperando, tratando de no olvidar que estaba esperando algo, que no recuerdo qué o a quién espero.

A veces un mordisco sana, moviliza la sangre, te derrama la vida. Un accidente te hace comprender que te dueles y descubres tu lugar exacto en el mundo; lo que te hirió, te cura. De pronto entiendes que de olvido es de lo que están compuestas las vidas. Tan frescas y tan palpitantes, las vidas, sí. Y no son más que olvidos atesorados desde el llanto del primer día hasta la baba del último. Olvidar, olvidar, para seguir viviendo. Olvidar para matar. Olvidar para negar que un día nació lo que no has conseguido resucitar o aquello que se te murió entre los brazos.

Olvidar para recordar que sigues vivo.

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Se pide la voluntad.