Los consejos de unos, para otros, son inútiles. Asumámoslo. Es como pretender amar con técnica o teorizar desde el sentimiento.
Lo que transformó al carnicero en cirujano, no es eficaz para la instructora de fracasos.

Yo sé volar de medio lado. Tú ni lo intentes. Tú sabes tragar fuego. Y pinchos. Y clavos. Y, por ello, tu garganta tiene una pátina envidiable. Yo ni sé, ni aspiro. En mi pescuezo no hay barniz; no lo hay hoy y no lo habrá nunca por mil espinas que engulla.

Huye de las lecciones antes de que éstas sean ley. Ley cuestionable, más ley.

Premisa número uno: nunca des la razón a un desengañado que ha aprendido a llevar ese abrigo. Te expondrá cómo, por qué y para qué se encajan los golpes. Pero los golpes nunca se encajan del todo y, en cualquier caso, nunca lo hará igual un melómano que una educadora de chascos.

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Se pide la voluntad.