Homero ciego/ sol negro

Yo quería hacer tuyo mi arte para andar descalza y enseñarte a dormir la siesta entre las flores.
Te había hecho de paja y de barro y te levantaba la frente para que pudieras ver el sol.

Yo te había enseñado a beber de la luna llena cada veintiocho días y te había contado al oído que yo era hija de mi abuela y que sabía coser harapos hasta convertirlos en seda.

Pero hoy es lunes y nada sirve.
Ni mi desnudez ni este caminar sencillo, ni tu laberinto enredándome el ombligo ni aquel nudo que hiciste en mi garganta ni esta ceguera mía por esos ojos ajenos que tú tienes.

Hoy es lunes y estás muerto, y yo te velo ausente y resignada.
No soy más nombre en tu nombre ni vela apunto de alumbrar los signos de las piedras para conocer los misterios de esta gruta.

Ya no hay pan.

Temo que no hay credos.

No, cierto, no los hubo.

Moría de hambre. Ahora lo recuerdo.

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